LAS PANDERETAS DE MI PUEBLITO

Bien, ésta es otra desgraciada herencia española, que al igual que los chorizos, y la mismísima morcilla adoptamos y tomamos como propia, y por supuesto, mi querida Zipaquirá no podía quedar al margen de esta “horda cultural”. Dichos filipichines, aparte de tener para la “sopita”, ya había

¿Como olvidar a nuestras queridas tunas que hacían las delicias de las quinceañeras? ¿Cómo

Por lo general éstos duendecillos eran dirigidos por un “mandamás”que en la mayoría de los casos era el mas vejete de todos, y que necesitaba de disciplina y trabajito en cada fin de semana, para poder pagar sus deudas. Nada me hacia hervir la sangre mas que los chistes “improvisados” que se hartaban diciendo en cada oportunidad que tenían, y ni siquiera eran malos, eran como decirlo, irritantes y maldigo al que inventó esas rutinas, maldigo a sus hijos y los hijos de sus hijos.
Estos muchachones, no desperdiciaban oportunidad para comer hasta la saciedad

Lo recuerdo, recuerdo como si fuera ayer, como en medio de una reunión típica, en una casa típica, y con gente típica, llegaban (en medio de escándalo y las palmas que ellos mismos producen) unos mequetrefes muy atípicos, con medias veladas, y pintorescos atuendos que dejaban poco a la imaginación, y durante toda la hermosa velada no desperdiciaban oportunidad para alardear de su recorrida vida social, y presumir de sus botones, cintillas, y galardones que los asemejaba mas a una yegua de feria traqueta que a personalidades del campo musical, nocturno cosmopolita y mucho menos estudiantil de nuestra querida sociedad zipaquireña.


Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia
Así queridos conciliábulos, he dejado salir este fantasma de odio que tenia atorado hace tiempo en el cogote, muchas gracias por perder el tiempo junto a mi y que Dios los perdone.
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